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Un blog sobre comunicación, creatividad, publicidad y otras perversiones.

Libertad

"La Libertad guiando al pueblo" de Eugène Delacroix. Porque la libertad siempre se ha conseguido luchando, y de esto los franceses saben mucho.

"La Libertad guiando al pueblo" de Eugène Delacroix. Porque la libertad siempre se ha conseguido luchando, y de esto los franceses saben mucho.

Opinar en caliente sobre un tema de actualidad es una actividad de riesgo: es muy fácil caer en el lugar común y despeñarse resbalando por la irreflexión y la desinformación. Aunque las ondas y las pantallas están llenas de aguerridos polemistas (profesionales y amateurs) a los que no les tiembla el pulso a la hora de lanzar su opinión al mundo, yo no soy tan valiente.

Me cuesta expresarme públicamente al calor de noticia. Necesito tiempo para ordenar mis pensamientos y el pudor provocado por la posibilidad a errar se impone al ímpetu de opinar. Siendo esto así, hoy tengo la necesidad de hablar sobre la tragedia que ayer se vivió en París.

Uno de los lemas que más se está leyendo y compartiendo es algo así como “yo también soy Charlie Hebdo” traducido a multitud de idiomas. Y entiendo la (buena) intención de la gente que lo utiliza, es una forma de solidarizarse con todas las personas afectadas por los asquerosos asesinatos de ayer.

Pero todo sabemos que no es verdad. No todos somos Charlie Hebdo. Para ser como ellos tendríamos que tener un valor fuera de lo común. Tendríamos que tener un compromiso total con la libertad, incluso sabiendo que en el envite se pone en riesgo nuestra propia vida.  

Ellos lo sabían perfectamente porque estaban amenezados, ya habían atentado contra ellos y estaban protegidos por la Gendarmería Francesa. Por cierto, tampoco todos somos como los gendarmes que fueron asesinados ayer, parece que a muchos se les olvida el papel de esta gente: arriesgar su integridad para que otros puedan vivir en libertad.

Así que yo no quiero que todo el mundo sea “Charlie Hebdo”, porque estaría pidiendo un imposible. Pero sí que pido que todos defendamos con uñas y dientes lo más preciado que tiene cualquier persona o cualquier pueblo: la libertad. La libertad para ser y para estar. La libertad para opinar, analizar, defender, criticar, poner en duda, reírnos y mofarnos de lo que nos dé la gana.

Ninguna ideología, religión o afición es superior a la libertad. Que cada uno tenga la libertad de ir al templo que quiera (o no), seguir los preceptos que crea convenientes (o no), adorar a las personas o entes que sean de su gusto (o no). Y que cada uno tenga la libertad de pensar y decir lo que quiera sobre dichos templos, preceptos y entes. Y sobre las personas que no les gusta ningún tipo de templo, precepto y ente.

Porque nada ni nadie es tan sagrado como la libertad.

Ayer los asesinos no mataron a la libertad de expresión. Atentaron contra ella matando a algunos de sus mejores defensores en Francia. Pero hoy, como cada día, está en nuestra mano practicarla y protegerla. Esta es y será nuestra victoria.

Juan HuertasComment